El Atolón Farquhar, una de las Islas Exteriores más remotas de las Seychelles, se encuentra en medio del Océano Índico, no muy lejos al norte de Madagascar. Un vasto pasado geológico yace detrás de esta elevación de roca volcánica, creando un hábitat único tanto para la vida terrestre como marina. Sin embargo, durante mucho tiempo, una larga historia de pesca comercial y explotación ecológica oscureció el destino de este ecosistema increíblemente frágil. Afortunadamente, en los últimos años, las autoridades locales han comenzado a protegerlo mediante la implementación de prácticas de uso sostenible.

En 2016, un ciclón masivo devastó la isla, su infraestructura, vegetación y áreas de arrecifes poco profundos, dejándola diezmada. Un largo período de reconstrucción allanó el camino para que los primeros ecoturistas regresaran años más tarde. Lentamente, el ecosistema comenzó a recuperarse, los arrecifes continuaron floreciendo y la mayoría de las especies endémicas regresaron, en parte gracias a la implementación de estrictas pautas de pesca impuestas a los visitantes que participan en medidas de conservación y a la investigación científica.

Cuando la pandemia de COVID paralizó los viajes globales, nadie pudo llegar al Atolón Farquhar durante 13 meses, nadie lo vio y nadie lo pescó. Esta película gira en torno a un pequeño grupo de pescadores con mosca que tuvieron la suerte de visitar la isla por primera vez en más de un año. Cuando llegaron, se encontraron con un ecosistema saludable, vibrante y lleno de vida. Como si la ausencia de seres humanos hubiera limpiado y sanado el atolón. Después de un largo proceso de recuperación, ¡las llanuras de Farquhar están llenas de vida!

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